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UERTO ARGENTINO.- Hay más movimiento que lo normal. Un hombre que carga un maletín blanco va de una punta a la otra del predio. En su camino, esquiva a otras personas y después se pierde de vista tras pasar por detrás de la excavadora, que ayer estaba en otro lugar con respecto al día anterior. En el fondo, llama la atención otro cambio en el paisaje: un montículo de tierra y una cruz blanca fuera de su lugar, recostada.
La misión humanitaria que intentará identificar a los 123 soldados argentinos caídos en la Guerra de Malvinas que fueron enterrados sin sus nombres en el cementerio de Darwin tuvo ayer su primer día de excavaciones. Los especialistas que viajaron a las islas avanzaron con la exhumación de uno de los cuerpos, al que se le tomó las muestras de ADN para cotejarlas con las de los familiares y buscar una respuesta a una incógnita que ya lleva más de 35 años.
El cuerpo, que como todos los demás fueron enterrados dentro de tres capas de bolsas mortuorias, volvió a ser sepultado ayer mismo en un ataúd, como estaba previsto. Se prevé que haya entre dos y tres exhumaciones diarias, con sus respectivas sepulturas.
Según indicaron en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que coordina las operaciones junto a una decena de especialistas de distintas nacionalidades, entre los que hay argentinos, los trabajos comenzaron de acuerdo al plan inicial y no hubo complicaciones para avanzar. El estado del suelo y el clima hostil de las islas son cuestiones que pueden ser claves para el progreso de la misión.
En el día más ventoso en lo que va de la semana, la pequeña y estática estancia donde se encuentra el cementerio tuvo con la ida y venida de camionetas casi más movimiento que el de la tranquila capital de las islas. Emplazada a una hora y media en auto por caminos deteriorados, la serenidad de Puerto Argentino siguió su ritmo habitual, aunque también expusieron un paisaje distinto: las banderas de la colonia y del Reino Unido estuvieron a media asta en homenaje a las víctimas del último atentado en Londres.
Una decena de personas con los logos de la Cruz Roja colgados de los cierres de las camperas de nieve entran y salen de los contenedores grises y azules. Algunos llevan cajas con medidores, lonas, guardapolvos y otros materiales; los encargados del equipamiento tecnológico prueban los aparatos para examinar los restos, y otros miembros del equipo dejan carteles amarillos con números negros bajo cada una de las cruces.
Los arreglos logísticos que antecedieron al inicio de las operaciones concluyeron con una bendición del cura de Puerto Argentino, John Winston. "Todos sabemos por qué están aquí, por un propósito humanitario. Tienen todo el apoyo de todos los que viven en la isla", les dijo a los miembros del equipo, que lo observaban mientras exponía con las cruces a sus espaldas.
Mientras tanto, la estancia se encuentra cerrada al público, que no puede acercarse a menos de un kilómetro. El lugar permanecerá así hasta el fin de los trabajos de identificación, previsto para fines de agosto o principios de septiembre, pese a algunas versiones que indicaban que el cementerio iba a estar abierto para el que pidiera permiso.
El pueblo de Darwin, ubicado detrás del cementerio, también permanece cerrado, pues los equipos se hospedan en una de las cabañas de allí.
Al final de la jornada, el organismo a cargo de la identificación de los cuerpos difundió un comunicado en el que anunció el inicio de los operativos y reiteró que se "tratarán estos restos mortales con el máximo respeto a lo largo de toda la operación" y que se buscará "responder a las necesidades y los intereses de las familias sobre la base de su experiencia en el ámbito forense en relación con los conflictos armados".
Atardece y el cementerio argentino vuelve a su calma habitual, con la diferencia de que esta vez, después de tantos años, los recuerdos de la guerra se sintieron un poco más fuerte.
