Nicolás tenía 25 años. Era abogado. Está muerto. Francisco tenía 21 años. Estudiaba ingeniería. Está muerto. Andrés tenía 23 años. Era Cheff y quería ser DJ. Está muerto. Martín tenía 22 años. Era cadete de un estudio contable. Está muerto. Ricardo tenía 20 años. Estudiaba diseño. Está muerto.

Hay que decirlo con todas las letras: no hay droga buena. Hay que decirlo de la manera más descarnada posible: no hay droga buena porque no hay muerte buena. Y la droga mata. Todas las drogas matan: Más temprano o más tarde. Algunas matan en forma fulminante y otras lo hacen por goteo: primero te esclavizan, te hacen adicto, te dominan hasta que finalmente, cuando menos lo esperas, te clavan un puñal por la espalda.

Es que la droga les quema la cabeza. Los convence de que el veneno criminal tiene algún tipo de efecto positivo. Juegan a la ruleta rusa porque pierden la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo.

Que nadie crea que la felicidad está dentro de una pastilla.

Hay periodistas, locutores, radios y programas que alimentan esa falsa creencia de que falopearse es cool. De que si no te fumás un porro o te das un saque de merca, sos un boludo, un careta que no sabe lo que es bueno.

Muchos alimentan la falsa creencia de que falopearse es cool. De que si no te fumás un porro o te das un saque de merca, sos un boludo, o un careta

Ese verso ya no se lo puede creer nadie. Solo basta mirar a los rockeros que salieron y a los que no lograron salir. Los que se limpiaron tuvieron que apelar a un esfuerzo monumental para sacarse de encima esa telaraña de mierda que los atrapa y les come la cabeza, y los que nunca terminan de salir tienen una vida de mierda.

¿Alguien puede creer que Diego Maradona es feliz? Tiene millones y millones de dólares. Es querido por media humanidad. Y sin embargo tiene la vida destruida, peleado a muerte con sus hijas, y la madre de sus hijas. Maradona casi no puede hablar. No tiene la motricidad suficiente para ordenar palabras con cierta lucidez. El que consume droga no es piola ni inteligente. Es un enfermo que se lastima todos los días de su vida. Y no hay excusa que valga. Algunos se autoengañan pensando que toman y salen. Es un día o solo los fines de semana. O toco y me voy. En general, según la experiencia de los médicos, la verdad es que salir cuesta un esfuerzo monumental que muchos no pueden hacer. Es una trampa que se tienden a sí mismos los chicos que creen que si toman buena droga van a tener buena diversión. Que el problema es la mezcla o la mala droga, la que no tiene calidad suficiente.

El que consume droga no es piola ni inteligente. Es un enfermo que se lastima todos los días de su vida.

Mentira. No hay droga buena porque la droga mata y no hay muerte buena. Y mucho menos muerte joven. Los pibes murieron intoxicados, vomitando, con convulsiones, edemas pulmonares y paros respiratorios, tirados en la pista de baile, sin que nadie les diera bola porque hasta el sentimiento solidario te lo arrebatan.

Es muy triste y muy autodestructivo necesitar de la química para ser feliz o divertirse. La vida por suerte está llena de maravillas, de sentimientos y sensaciones que salen de nuestro corazón, de nuestro cerebro. Los padres y los hijos deben hablar este tema de la manera más descarnada. No para acusarse mutuamente de nada. Para defender la vida de los hijos que es lo más valioso que tiene ellos y sus padres.

Y que nadie lo dude: no hay droga buena porque no hay muerte buena”.