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La falta de tiempo, una vida rutinaria y las responsabilidades de ser una madre soltera, son algunos de los factores que inducen a las mujeres a pagar por sexo.   

05/11/2017

Los servicios sexuales cambian de género: Las mujeres ahora pagan

Los servicios sexuales cambian de género: Las mujeres ahora pagan
C
on el paso de los años y la igualdad de género, las mujeres se han apropiado de espacios que tradicionalmente eran usados y siguen siendo usados por hombres. Entre ellos el pago por servicios sexuales. 
 
"La primera vez que usé los servicios de un acompañante masculino fue hace unos años, por la simple razón de que quería sexo", así lo comenta Charlotte, una británica de 42 años, a BBC Mundo
 
La falta de tiempo, una vida rutinaria y las responsabilidades de ser una madre soltera, son algunos de los factores que indujeron a Charlotte a pagar por sexo. Eso y la negativa de ir a un bar a buscar hombres para tener un encuentro sexual ocasional. 
 
Así como ella, y bajo sus mismas condiciones, muchas mujeres en todas partes del mundo recurren a la compañía de un hombre por un par de horas en una relación "sin presión", bajo "una transacción limpia, clara, en la que todas las partes saben lo que van a obtener". 
 
La necesidad de hombres experimentados, en un encuentro nada romantico, pero sí placentero, hace que los hombres contemporáneos y las relaciones a largo plazo pasen a un segundo plano. Muchas veces porque éstos últimos "son malos en la cama". 
 
Tendencia a la alza
 
El sexóloga y psiquiatra Adrián Sapetti asegura que es un hábito más extendido de lo que se cree, pese a que no está claro cuántas mujeres suelen optar por dichos servivos. 
 
Sapetti añade que este tipo de comportamiento "tiene mucho que ver con los nuevos roles de la mujer" ya que "el sexo remunerado supone una situación de poder, un atributo que tradicionalmente detentó el varón. Pero ahora la mujer también paga. Y se permite disfrutar". 
 
En México la prostitución masculina se ha vuelto un negocio, que para muchos representa una ganacia de al menos US$ 500, en promedio, un fin de semana.  
 
Aunque no se tienen cifras aproximadas de este fenómeno, como en el caso femenino,  el desempleo, los bajos salarios, la migración en las grandes ciudades y la apertura sexual juegan un papel fundamental en el incremento.
 
Demanada por los Argentinos 

 

 
Los hombres argentinos, colombianos y venezolanos son muy demandados en el negocio de la prostitución masculina en México, en menor demanda los salvadoreños y guatemaltecos, según una publicación de Infobae. 
 
En Internet la busqueda por los foráneos es mayor: "Es donde encontramos más extranjeros que tienen un prototipo físico que no vemos en México", reseña el portal. 
 
El tema llega a las tablas
 
BaqueStriBois, una obra que aborda la prostitución masculina en Cuba, fue una de las puestas en escena más perseguidas por los espectadores en el Festival de Teatro de La Habana, hecho que se celebró el pasado més de octubre. 
 
La obra, dirigida por José Ramón Hernández del grupo Osikán Plataforma Escénica Experimental, cuenta la historia de jóvenes que venden su cuerpo en la capital cubana y nace, según su director,  a partir de un profundo trabajo de campo para investigar la prostitución homosexual en Cuba. 
 
 
Hablan los protagonistas
 
Como todo oficio, ser escorts masculino tambien tiene sus gajes y muchos de ellos, intuimos, son más sombras que luces. Así lo cuenta Madison James, un gigoló de 37 años, que ha sido descubierto en acción por los esposos de sus clientas. 
 
“Me han pillado en varias ocasiones”, confiesa Madison. “Mi respuesta suele ser: ‘Bueno, escucha, este no es mi problema. Lo tenéis que solucionar entre tu chica y tú’". 
También hay quienes son contratados por los espsoso para que satisfagan a sus mujeres, asegura el escort a El Confidencial.
 
“Fui contratado para tener relaciones con una mujer de unos treinta años (en Shanghai) delante de su esposo que era mucho más mayor. Ella le gritaba qué sé yo qué en chino mientras practicábamos sexo, mientras él permanecía sentado en una silla en una esquina del cuarto... me empecé a poner paranoico pensando que podría ir en cualquier momento a por un cuchillo", señaló.
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