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CONFLICTO

17/05/2018

La cumbre entre Trump y Kim queda en el limbo tras el enojo norcoreano

El presidente norteamericano evitó confirmar que sigue en pie luego de que el régimen comunista advirtiera que no aceptará una desnuclearización unilateral.

La cumbre entre Trump y Kim queda en el limbo tras el enojo norcoreano
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onald Trump era bombardeado a gritos por los periodistas en el Salón Oval de la Casa Blanca, ansiosos por saber si su histórica cumbre con el líder de Corea del Norte , Kim Jong-un , prevista para el próximo mes, seguía aún en pie. Trump respondió con una de sus frases preferidas: "Veremos qué pasa".

Trump extendió con esa frase la incertidumbre sobre la reunión con Kim, aunque sin bajar la persiana del todo luego de que el dictador norcoreano amenazara con cancelarla por su rechazo a la presión de Estados Unidos para que acepte un modelo de desnuclearización similar al que puso fin al programa nuclear de Muammar Khadafy en Libia. Khadafy perdió el poder años más tarde, en 2011, y murió luego de ser golpeado y vapuleado por una turba, tras ser capturado.

"Tendremos que ver", dijo Trump, cuando los periodistas le preguntaron si la cumbre con Kim, el próximo 12 de junio en Singapur, peligraba o no. "No hemos visto nada. No hemos escuchado nada. Veremos qué pasa. Lo que sea que es, es", agregó, sentado al lado del presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev.

Trump evitó crispar los ánimos con el lenguaje del pasado. No hubo, ante el amague de desplante de Kim, amenazas de "fuego y furia", insultos o una vorágine de mensajes en Twitter contra el joven dictador. La Casa Blanca optó, en cambio, por intentar desdramatizar el giro de Pyongyang, pese a que alimentó las suspicacias de los analistas que sostienen que Kim nunca va a ceder su arsenal nuclear y que su ofensiva diplomática es solo un mera puesta en escena para ganar tiempo.

"Esto es algo que esperábamos completamente. El presidente está muy acostumbrado y listo para las negociaciones difíciles. Si quieren reunirse, estaremos listos. Y si no lo hacen, está bien también. Continuaremos con la campaña de máxima presión", dijo la vocera presidencial, Sarah Huckabee Sanders, en un ida y vuelta improvisado con el pool de prensa de la Casa Blanca en los jardines de la residencia oficial. Los preparativos seguían en marcha.

"Todavía tenemos la esperanza de que la reunión ocurra", agregó.

El nuevo tironeo entre Washington y Pyongyang estuvo agarrado de una frase reciente del asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, uno de los "halcones" del equipo que digita la política exterior de la Casa Blanca. Al hablar de Corea del Norte, a fines del mes pasado, Bolton había dicho que tenían "muy presente" el modelo que siguió el gobierno de George W. Bush para Libia, en 2003 y 2004. Khadafy aceptó abandonar su programa nuclear a cambio de un alivio en las sanciones de Estados Unidos.

La reacción de Pyongyang llegó dos semanas después. Las agencias de noticias internacionales reprodujeron ayer declaraciones del primer vicecanciller norcoreano, Kim Kye Gwan, a la agencia de noticias oficial. Gwan dijo que los comentarios de Bolton representaban "un paso siniestro" para imponerle a Corea del Norte el destino de Libia o Irak. El líder iraquí Saddam Hussein fue hallado culpable de haber cometido crímenes de lesa humanidad y murió en la horca.

"Ya no estamos interesados en una negociación que tenga que ver con arrinconarnos y con hacer una demanda unilateral para que entreguemos nuestras armas nucleares, lo que nos obligaría a reconsiderar si aceptamos la cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos", dijo Gwan. El diplomático norcoreano también discrepó con la idea de la Casa Blanca de que su país debe entregar sus armas biológicas y químicas.

El régimen también había expresado su malestar anteayer por una serie de ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos con Corea del Sur. Tras meses de deshielo y buena sintonía, canceló una reunión de alto nivel entre las dos Coreas.

Sanders, ayer, buscó quitarle oxígeno a la línea que había bajado Bolton, al afirmar que no había un "molde para galletas" que pudiera ser extrapolado de país a país a la hora de intentar torcer una política armamentista.

China, principal aliado de Pyongyan y jugador clave en la apertura norcoreana, expresó su deseo de que la cumbre se lleve a cabo. El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang, dijo que los dos países deberían asegurar que el encuentro se celebre según lo previsto y arroje "resultados sustanciales".

"Solo de esta forma podremos consolidar el alivio de la situación y mantener la paz y la estabilidad en la región", manifestó Lu.

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