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CRIMEN Y JUSTICIA

03/07/2018

La sentencia por el crimen de Nahir puede hacer historia

Cuando le disparó a su novio, Nahir Galarza no imaginó que podía entrar en la historia criminalística argentina.

La sentencia por el crimen de Nahir puede hacer historia
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ahir Galarza enfrenta ahora la posibilidad de una condena a perpetua con sólo 19 años, algo que nunca ocurrió antes para una mujer. Eso podría darse únicamente si la Justicia determina que ella tenía una "relación de pareja"  con la víctima o si actuó con premeditación.

El juicio en Gualeguaychú fue una verdadera lucha dialéctica de la defensa de Nahir por negar la relación de pareja y afirmar la situación "accidental" de los balazos, aunque la pistola 9 milímetros del padre de Nahir fue disparada dos veces. La segunda bala que "se escapa por accidente", según Nahir, es el punto más flojo de su posición.

Esta estrategia acerca de que "todo fue un accidente" -desde una relación que Nahir encasilla casi "casual" con la víctima (aunque fueron juntos de vacaciones a Rio de Janeiro con la familia de ella) hasta la secuencia de los disparos- no termina de encajar en los argumentos de su defensa acerca de que se trataba de una relación atravesada por la violencia de género.

Un accidente es un accidente igual aunque la autora de los disparos fuese maltratada por su novio. La presunta relación tormentosa que Nahir se empeñó en describir -desmentida por unos testigos y apoyada por otros- explicarían un asesinato intencional (por defensa, por emoción violenta, por estado de shock ante el maltrato constante) pero no un accidente.

La violencia de género sería un atenuante para un homicidio intencional, y eso hundiría la controvertida hipótesis del accidente pero a su vez correría a Nahir del fallo histórico de la perpetua hacia una pena menos dramática.

Tan lejos de los tiempos de Urquiza (presidente durante el caso Sarracán)  Sáenz Peña (presidente durante el caso Rojas) o Alfonsín (cuando mataron a Lino Palacio), la Justicia de Gualeguaychú decide el martes si esa adolescente rubia que lloró, jugó con su pelo o se pintó las uñas frente al tribunal durante las últimas semanas entra a formar parte de la historia criminalística argentina. O se queda en la puerta.

 

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