Encontranos en:
Salud |

NUTRICION

06/07/2018

Estrategias para que los chicos incorporen la comida saludable

Los niños tienen una difícil relación con la alimentación, son, esencialmente, “rebeldes por naturaleza”, tienden a rechazar todo aquello que sienten como impuesto y son constantes buscadores de placer.

Estrategias para que los chicos incorporen la comida saludable
U

na alimentación adecuada es aquella que aporta todos los nutrientes esenciales que el organismo necesita y provee energía suficiente para realizar las actividades cotidianas. De esta definición se desprende un concepto fundamental: una alimentación saludable necesita no solo calidad sino cantidad adecuada de nutrientes. La cantidad de calorías ingeridas estará en relación directa con la actividad física que una persona realice. No necesitará la misma cantidad de calorías un niño que juega al fútbol tres veces por semana y que además practica taekwondo, que aquel que está sentado en la compu todo el día.

Está demostrado que alimentarse saludablemente mejora la calidad de vida y previene el desarrollo de enfermedades. Ahora bien, lograr que una alimentación adecuada no sea rechazada por nuestros niños y sea vivida por los pequeños como una imposición, como “un remedio para la salud” que, obligadamente, deben aceptar, representa un gran desafío para los padres.

De nosotros, los adultos, depende que la relación entre los niños y la comida se construya en forma saludable y placentera.

Los gustos por tal o cual tipo de alimento son, también, una construcción producto del aprendizaje y la cultura. Esa construcción se va haciendo desde los primeros días de la vida. La presencia o ausencia de lactancia materna y la relación del niño con su madre y el entorno dejarán una impronta que resultará un fuerte condicionante de la relación entre ese niño y la comida.

De esa manera se produce un doble condicionamiento, "el inconsciente" ligado fuertemente a lo afectivo -"me gusta todo aquello que asocio con el placer"- y "el consciente" ligado a las costumbres familiares. "Si nadie en la casa come la sopa, porqué pretenden que yo me la coma", podría estar pensando su niño.

Por otra parte, la cultura condicionará fuertemente nuestra escala de valores. Un bebé rechoncho y cachetudo será visto como más sanito que el de la vecina, al cual se le dibujan las costillas. Es importante dejar en claro que, en nuestro país, la prevalencia (cantidad de casos por número de habitantes) de la desnutrición infantil es muy baja y por el contrario, el sobrepeso y la obesidad son una nueva epidemia responsable de numerosas enfermedades crónicas e invalidantes.

La conducta alimenticia del hombre moderno aún tiene resabios de la del hombre primitivo. Cuando la evolución llegó finalmente a transformarnos en Homo Sapiens Sapiens (HSS), hace apenas 40.000 años, la forma más eficaz de obtener alimentos era salir a cazar.

Por diferentes motivos la alimentación estaba basada casi exclusivamente en la carne de diferentes animales. La obtención del alimento era dificultosa y había que aprovecharlo muy bien cuando estaba disponible. Había que comer lo máximo que el organismo permitía y acumular la mayor cantidad de calorías posibles. No se podía saber si al día siguiente se contaría con é

El genoma (mapa genético) entre el HSS y el hombre moderno prácticamente no ha variado. Y la conducta alimentaria está fuertemente influenciada por nuestra composición genética. ¿Cómo salimos, entonces, de este atolladero? ¿Cómo hacemos para diferenciarnos del hombre primitivo y nos acomodamos a nuestras necesidades actuales? ¿Cómo construimos hábitos alimenticios diferentes que nos permitan obtener una expectativa y una calidad de vida mejor que la de nuestros antepasados. Solo hay una forma, a través de la toma de conciencia y del aprendizaje.

Las emociones condicionan nuestro comportamiento, todo aquello que nos resulte gratificante va a tender a ser realizado y aquello que produzca displacer va a tratar de ser evitado. Así como nuestra escala de valores se construye en base a las experiencias vividas, nuestros gustos también se van desarrollando desde la temprana infancia. Puede suceder que te encanten las pastas porque las asociás con tu abuelo y con la relación que existía entre ambos. Y, por el contrario, odias la sopa porque te obligaban a comerla.

Experimentos con Resonancia Magnética Funcional demuestran que los circuitos neurológicos que se ponen en juego durante una situación placentera de cualquier índole, son los mismos que se activan cuando ingerís una comida que te gusta.

Mucho de lo que comemos puede tener su causa en las emociones y de igual manera, nuestra dieta puede condicionar nuestro estado anímico y emocional. Hay alimentos que ayudan a calmar la ansiedad porque en su composición incluyen triptófano, un aminoácido que estimula la liberación de serotonina y nos relaja al mismo tiempo que nos vuelve más felices. Esos alimentos son por ejemplo el chocolate, la banana, las nueces o el yogur.

La alimentación consciente se utiliza hoy comúnmente para tratar trastornos alimentarios y fomentar una relación sana con lo que comemos. Abarca también la compra de los alimentos, su cocción y la transmisión de esos conocimientos a la familia, fundamental para el desarrollo de los chicos y su futura conducta alimentaria.

Está demostrado que la falta de serotonina causa distintos efectos negativos sobre el organismo, como angustia, tristeza o irritabilidad. Debido a que el cuerpo no produce triptófano, hay que conseguirlo a partir de la dieta. Por tanto, los alimentos ricos en este aminoácido actúan como antidepresivos naturales.  Varios son los estudios que relacionan la serotonina con mayor sensación de bienestar, relajación, mejor sueño, autoestima más alta, mayor concentración y un mejor estado de ánimo.

Además, la serotonina tiene una importante función en el cerebro ya que establece el equilibrio entre otros neurotransmisores como la dopamina o la norepinefrina (noradrenalina). Estos neurotransmisores son importantes ya que su desbalance se relaciona con la angustia, la ansiedad y ciertos trastornos de la conducta alimentaria -la anorexia nerviosa, por ejemplo-.

Asímismo, está comprobado que cuando comemos para calmar nuestras emociones escogemos más alimentos grasos, lo cual puede desencadenar su exceso en la dieta, desequilibrando la misma y causando enfermedades. Como ya dijimos nuestros antepasados pasaban mucho tiempo sin comer y en permanente actividad para conseguir alimentos. Vivían en una situación de permanente estrés, la obtención de comida era el principal motivo de su existencia. Su cuerpo fue adaptado genéticamente para esta circunstancia, debía escoger estratégicamente los nutrientes más concentrados en energía como son las grasas.

La alimentación consciente se utiliza hoy comúnmente para tratar trastornos alimentarios y fomentar una relación sana con lo que comemos. Es fundamental para el desarrollo de los chicos y su futura conducta alimentaria. Los grandes educamos con el ejemplo, que abarca también la compra de los alimentos, su cocción y la transmisión de esos conocimientos a la familia.

No está mal conceder ciertos “permisos” no del todo saludables para ocasiones especiales, lo importante es generar una conducta que se mantenga a lo largo de la vida.

Algunos consejos a tener en cuenta

Hacer partícipes a los chicos en el proceso de la obtención y elaboración de la comida. Si el niño dio forma con sus propias manos a los buñuelitos de verdura, el éxito está asegurado. Seguro mostrará a sus compañeros sus proezas culinarias y será admirado por toda su clase.

Atender a sus emociones y cómo se traducen en su alimentación.

Que tomen 2 litros de agua por día como mínimo.

Evitar el uso de la sal. Existen muchas otras opciones sabrosas, naturales y saludables para dar sabor a las comidas, tales como la albahaca y la cúrcuma que resultan beneficiosas para nuestro organismo.

Que hagan actividad física. 

Que hagan las 4 comidas y 2 colaciones diariamente. Para las colaciones se sugiere, frutas de estación, barritas de cereal, yogurt, una porción de queso, una taza de leche.

Moderar el tamaño de las porciones.

Consumir frutas y hortalizas crudas preferentemente. 3 raciones de verdura y 2 frutas es la cantidad diaria ideal. Conviene que la mitad de nuestros platos tenga vegetales.

También son esenciales las hortalizas, los cereales, las frutas secas y las semillas. Se pueden combinar en ensaladas, incorporar a woks, panachés de verduras, y otras comidas, para comer algo distinto, saludable y sabroso.

El consumo de carnes rojas o blancas se sugiere reducirlo a no más de 5 veces por semana.

Conceder ciertos “permisos” para ocasiones especiales.

Cuando los médicos recomendamos controlar la alimentación por emociones sabemos que estamos proponiendo una tarea compleja que requiere un arduo trabajo intelectual y que implica, necesariamente, trabajar con nuestra historia personal y con nuestra vida afectiva. Hay que “desandar” viejos caminos y construir otros nuevos más saludables. Pretender lograr esta compleja misión de un día para el otro y con solo enunciarlo es una absoluta falacia y conduce invariablemente al fracaso.

Dejar un comentario