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INVESTIGACIÓN

27/02/2019

Un mexicano tiene parte de la fortuna de Daniel Muñoz a su nombre

Se trata del amigo del primo de Carolina Pochetti que aceptó firmar unos papeles para comprar unas tierras en las islas Turk and Caicos, del Atlántico, para levantar un emporio hotelero.

Un mexicano tiene parte de la fortuna de Daniel Muñoz a su nombre
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saac Esparza, un ciudadano mexicano que se dedica a publicitar juegos de apuestas deportivas en Monterrey, es el dueño nominal de parte de la fortuna de Daniel Muñoz, el ex secretario de Néstor Kirchner que lavó en el exterior unos 70 millones de dólares. Lo curioso es que ni él mismo parece saber en lo que se metió: sigue grabando sus pintorescos videos para promocionar apuestas, en donde cuenta billetes, anuncia resultados del fútbol americano y festeja sus triunfos ante sus seguidores.

A Infobae Isaac Esparza le dijo que no sabe quién es Daniel Muñoz ni los personajes que estaba mencionado la prensa argentina. Es que su único vínculo con el caso fue el primo de Carolina Pochetti, Carlos Gellert, a quien conocía desde hacía 20 años de jugar al póker en Monterrey, México.

Hubo una deuda de juego a saldar y Esparza terminó firmando unos papeles sin preguntar demasiado. Eran los documentos que lo convertían en el supuesto dueño de un terreno en la isla paradisíaca de los Turks and Caicos, donde Muñoz, su esposa y sus socios pensaban construir un emporio hotelero que no llegó nunca a levantarse. "Hasta donde conozco no existiría ningún contradocumento relacionado con la titularidad de Esparza sobre las sociedades de Turks and Caicos. Él no sabe qué es lo que tiene a su nombre", dijo Gellert a la Justicia argentina.

La historia parece digna de una película de enredos, pero quedó plasmada en la investigación que lleva adelante el juez Claudio Bonadio y los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo. Lo contó Gellert, el primo de Pochetti, al declarar como arrepentido y dar uno de los aportes más trascendente en este capítulo de la causa: el de la posibilidad de recuperar el dinero que salió, según los investigadores, de la banda de los cuadernos y que fue a parar a los bolsillos de Muñoz.

Carlos Gellert nació en Comodoro Rivadavia en 1981. Su madre es Blanca Blanco, ex esposa del gobernador de Santa Cruz Daniel Peralta. Su prima es la viuda de Daniel Muñoz. Ingeniero industrial y en sistemas, se fue a vivir a México al casarse con una ciudadana de ese país. Pero en octubre pasado la Justicia argentina ordenó detenerlo. Amigos le avisaron que lo estaban buscando y dice que quiso volver. En un paso fronterizo con los Estados Unidos le retuvieron la visa y lo mandaron a una cárcel por 19 días. Su abogado americano le recomendó frenar su extradición por sus 27 años viviendo en México, pero Gellert no quiso. Llego al aeropuerto de Ezeiza el 25 de octubre y ante Bonadio negó todos los cargos. Pero después de casi dos meses tras las rejas el 15 de enero algo cambio: lo llevaron en una calurosa tarde hasta los tribunales de Comodoro Py donde pidió declarar como arrepentido.

Allí contó que conoció a Muñoz cuando estaba de novio con su prima y que ni siquiera sabía que era un asesor del entonces presidente. Cuando Néstor Kirchner todavía estaba vivo, Muñoz buscó la primera inversión en el exterior. Se le ocurrió abrir un restaurante en México con la franquicia "Locos por el Fútbol". El primo de su mujer tenía la esposa mexicana y la pareja se estaba yendo a vivir allí, después de un fugaz paso por la Argentina.

"Muñoz me propone abrir en ese país un restaurante de la franquicia 'Locos por el Fútbol', negocio en el cual yo aportaría como capital mi trabajo y Muñoz el dinero. Nunca supe cuánto dinero significaba la inversión, ya que de la inversión se encargó él y yo solo me ocupé de la parte operativa", contó Gellert, en su declaración como arrepentido.

Ubicado en Monterrey, el local tenía entre 15 y 20 empleados y costaba USD 7 mil por mes solo de alquiler, que se pagaban de una sociedad con asiento en México DF que se constituyó especialmente llamada "Ideas del Norte" en la que figuraba como socia mayoritaria Carolina Pochetti, con el 50%, y Gellert y su hermana, con el 25% cada uno.

Pero a los seis meses del emprendimiento y pese a que el negocio "mostraba una buena proyección", el secretario de Néstor Kirchner decidió cambiar de planes. "Carlitos, estoy cerrando'", le dijo a Gellert, ante la sorpresa de su interlocutor. "Supongo que la decisión era porque Muñoz quería un rendimiento económico rápido y ese negocio no se lo iba a dar. Me dijo que él se iba a encargar de todo y que la decisión de cerrar era porque iba a empezar a trabajar en el tema inmobiliario en EEUU", les contó a los fiscales Stornelli y Rívolo, y luego a Bonadio.

El cambio de testaferros tras una separación

Sin su local y emprendiendo un nuevo negocio de peluquería y foodtruck, un llamado de Muñoz volvió a sorprender a Gellert entre fines de 2014 y principios de 2015. Muñoz lo buscaba porque Sergio Todisco y Elizabeth Ortiz Municoy, el matrimonio de inmobiliarios que había conocido en Mar del Plata y se habían convertido en sus testaferros, se estaban separando y ya no podían funcionar como sus prestanombres. "Mirá, en el tema que estoy trabajando, el tema inmobiliario en EEUU, hay un matrimonio que me venía ayudando y que se está divorciando y yo me quedo solo con una de las personas", le dijo Muñoz. La elegida era Ortiz Municoy.

Pero Gellert no podía figurar por un tema con la visa. "Muñoz me pregunta si mi mujer, Perla Puente Resendez, podía ayudarlo en el tema y le respondí que lo iba a consultar con ella. Muñoz me dice que me quedara tranquilo que era solo firmar papeles y nada más. A la semana o diez días aproximadamente Muñoz me vuelve a llamar y tras haberlo consultado con ella le respondo que mi esposa le iba a dar una mano".

Ya en ese momento, Muñoz le dijo que estaba pensando en invertir en hoteles en el caribe. "Me dijo que sus asesores habían estado tirando líneas y que el negocio estaba en el Caribe, que generaba un mayor rendimiento invertir allá, concretamente en Resorts. Entre los asesores de Muñoz supongo que estaba el abogado (Miguel Ángel) Plo", precisó Gellert.  Al abogado lo señaló como la persona que "tomaba las decisiones, el que lo asesoraba".

 

El final de Muñoz y el nuevo testaferro: el "ludópata" mexicano

 

A fines de 2015, Pochetti llamó a Gellert diciéndole que "tenía una noticia terrible". "Era que Muñoz tenía cáncer, pidiéndome que no dijera nada hasta tanto me lo contara él personalmente. Así fue que Pochetti me pide que viaje a Miami para charlar y viajo junto con Perla. En esa oportunidad salí a caminar con Muñoz, los dos solos, y ahí me confirma que padecía cáncer, que la estaba peleando, y me vuelve a comentar que ese tema en el que estaba mi esposa, en el que le estaba dando una mano, lo estaba cerrando, porque se llevaba las inversiones al Caribe y que por esto último necesitaba otro favor mío, concretamente que le presente otra persona para que figurara transitoriamente en esas nuevas inversiones", explicó.

"La persona que yo le presento a Muñoz para que figure en estas nuevas inversiones es un amigo mío. Aclaro que él desconoce de qué se tratan las inversiones y de cuánto es el monto. Lo hizo porque los dos somos jugadores y yo le pagué una deuda de juego por la que lo estaban buscando. Le dije que necesitaba que figurara transitoriamente en dos sociedades en el Caribe, que eran del esposo de mi prima y accedió. Con eso cobró y saldó la deuda de juego que yo le había cubierto y que ascendía a los 30.000 dólares", contó Gellert.

El elegido se llama Isaac Esparza, un mexicano que vive en Monterrey al que apodaba "Maniac". "Es ludópata y si bien no lo vi en situaciones violentas, creo que ante alguna situación puede reaccionar de esa manera. Él no realizó ninguna actividad puntual más que prestar su nombre y no posee ningún papel de las sociedades, los que obran en poder de Serfaty", dijo Gellert.  Al único que conocía el mexicano era precisamente Gellert. A nadie más.

Se crearon dos sociedades, radicadas en Turks and Caicos, y el dinero de Muñoz fue invertido en un resort. La primera transferencia para el emprendimiento fue de USD 2.500.000. "Era el gancho de la inversión", le dijo Pochetti. Esparza viajó a Estados Unidos junto a Gellert para firmar los papeles, aunque finalmente se los mandaron por correo. "Hasta donde conozco no existiría ningún contradocumento relacionado con la titularidad de Esparza sobre las sociedades de Turks and Caicos. Él no sabe qué es lo que tiene a su nombre", dijo el arrepentido.

Ahora, la Justicia lo puso en la mira. Más allá de las explicaciones de Gellert, el nombre de Esparza aparece en el entramado y se cree que en breve podría tener que dar explicaciones ante los tribunales argentinos.

 

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