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CIENCIA

03/06/2020

Científicas argentinas lograron ver por primera vez el recorrido que hace una proteína del dengue

Visualizaron cómo se mueve y qué recorrido hace. Los resultados fueron posibles mediante la aplicación de microscopias avanzadas. El trabajo fue publicado por la revista “Scientific Reports” de la editorial Nature.

Científicas argentinas lograron ver por primera vez el recorrido que hace una proteína del dengue
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nvestigadoras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Instituto Leloir aplicaron nuevas tecnologías de microscopias avanzadas para construir mapas de la trayectoria viral durante la infección. Estos estudios aportan información fundamental para el desarrollo de estrategias antivirales.

"La pandemia del nuevo coronavirus ocurre mientras estamos viviendo una de las peores epidemias de dengue de la historia de nuestro país y de la región”, recordó Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL).

Un equipo liderado por Gamarnik y Laura Estrada, profesora del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA e investigadora del Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, CONICET-UBA), logró visualizar por primera vez cómo se mueve y qué recorrido hace la proteína de una estructura que rodea el material genético del virus del dengue en una célula viva infectada, y cuya función es clave en el proceso de infección. El trabajo fue publicado por la revista “Scientific Reports” de la editorial Nature.

La estructura se denomina cápside. “Mientras el virus infecta a una célula, se pudo captar cómo la cápside del dengue se produce y se acumula en tiempo real. El conocimiento que arroja este trabajo contribuye al desarrollo futuro de vacunas y antivirales efectivos”, señaló Gamarnik, que añadió que los resultados del estudio fueron posibles mediante la aplicación de microscopias avanzadas desarrolladas por el grupo encabezado por Estrada.

La proteína de la cápside del virus del dengue se produce en grandes cantidades durante una infección y termina acumulándose en el corazón de la partícula viral, protegiendo al material genético. Esta proteína es esencial para que se formen los virus y para que éstos puedan infectar a nuevas células humanas o del mosquito.

La idea del trabajo surgió en un encuentro fortuito en un evento organizado por la Fundación Bunge y Born, donde el tema de conversación se centró sobre la visibilización de la mujer en la ciencia y la problemática de género. En ese contexto, la física Estrada y la viróloga Gamarnik, ambas investigadoras del CONICET, se dieron cuenta que tenían intereses comunes y diagramaron un plan ambicioso de ciencia básica que demandó años de esfuerzo y dedicación.

El proyecto comenzó cuando Estrada propuso diseñar un microscopio a medida para estudiar proteínas del dengue y Gamarnik propuso hacer virus genéticamente modificados para poder estudiarlos con ese instrumento.

Otras protagonistas del proceso fueron dos becarias doctorales del CONICET: la física Manuela Gabriel, integrante del grupo de Estrada, y la viróloga molecular Guadalupe Costa Navarro, del laboratorio de Gamarnik.

“Realizaron un trabajo formidable. Primero, tuvieron que aprender a hablar un lenguaje común: Manuela aprendió de virus y Guadalupe sobre óptica y trayectorias de moléculas únicas. Los experimentos los planificaron y ejecutaron juntas, aprendiendo la una de la otra. Las reuniones de trabajo eran todo un desafío, los dos idiomas científicos debían fusionarse para poder interpretar y diseñar los experimentos. El resultado fue un éxito”, comentó Gamarnik, distinguida en 2016 con el Premio internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” y líder del equipo que semanas atrás desarrolló el test serológico “COVIDAR IgG” para detectar anticuerpos contra el coronavirus SARS-CoV-2 registrado en la ANMAT.

Del logro recién publicado, también participaron Luana de Borba, investigadora del CONICET en el equipo de Gamarnik en la FIL, y Andrés Rossi, responsable del Servicio de Microscopía e Imágenes de la FIL.

“Este proyecto nos dejó un gran aprendizaje sobre el valor que tiene sumar diferentes áreas del conocimiento para resolver una necesidad concreta. Desde el CONICET, tenemos grandes capacidades que, en el caso del trabajo publicado, fueron volcadas para entender el funcionamiento del virus del dengue. Pero que, durante la pandemia de COVID-19, también las estamos aplicando para desarrollar herramientas que ayuden a controlar al nuevo coronavirus”, concluyó Gamarnik.

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