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Nota de opinión por Jorge Kovalski

24/09/2020

Dólares para la producción

El gobierno nacional está enfocado en estabilizar las expectativas respecto del valor del peso frente al dólar. Esa es la lucha denodada en la que está inmerso el país en estos momentos. Lo estuvo siempre, a decir verdad. Algunas veces más larvadas o dormidas, otras más virulentas y con altísima volatilidad.

Dólares para la producción
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na de las mayores preocupaciones que se expresa en conversaciones casuales que sostenemos a diario con diversos actores de la sociedad es, por un lado la percepción de la dificultad del gobierno nacional en dar a conocer hacia dónde quiere ir, cuál es el modelo de país que tiene en mente desarrollar. Y por otro lado, todos recibimos información, desde distintos niveles, que la confianza que había detrás de la figura presidencia, se va diluyendo cada día más. 

La falta de objetivos claros, o al menos la angustia de no saber cuáles son; y la disminución  de confianza en el gobierno, están produciendo un exceso de ruidos que no ayudan a reencauzar al país en la senda de crecimiento y desarrollo que, imperiosamente necesitamos cada día más.

Si a esto le sumamos el avance de la pandemia, la disminución de producción de empleo por el bajo nivel de actividad económica, los ruidos políticos producto de los desencuentros entre los dirigentes que representan a uno u otro sector, la realidad se torna, cuando menos, angustiante y desalentadora.

Mientras esto sucede y se percibe en el día a día, el gobierno intenta mostrarnos un equipo unido pensando en la Argentina de la pos pandemia. Desde el inicio de esta administración, han sido claros en su objetivo de desarrollar el mercado de capitales en peso. Para ello tuvieron que afrontar un proceso complejo de reestructuración de deuda que, finalmente, lo han concluido exitosamente. Con casi el 100% de aceptación de la propuesta argentina, el panorama se ha despejado hasta, por lo menos, el 2024. Falta aún cerrar la negociación con el FMI, que será también larga y compleja, y se espera que recién concluya el año que viene. 

Prácticamente solucionado su frente externo, le queda al gobierno, por resolver, su frente interno. Recrear las condiciones económicas que permita que las actividades regresen a su cauce normal o al menos recrear en parte, la dinámica que venía insinuándose antes que se desatara la pandemia.

Y para ello es clave estabilizar las expectativas respecto del valor del peso frente al dólar. Esa es la lucha denodada en la que está inmerso el país en estos momentos. Lo estuvo siempre, a decir verdad. Algunas veces más larvadas o dormidas, otras más virulentas y con altísima volatilidad. 

Mientras el gobierno insiste en convencernos de volcar nuestros excedentes económicos, hacia instrumentos valuados en pesos, la mayoría de los argentinos, prefiere refugiarse en dólares. En honor a la verdad, y sin importar el signo político, es una lucha que han encarado todos los gobiernos, desde hace ya casi 100 años. Venimos desde 1931 con este problema, en que se estableció el primer control de cambios en el país. Gobernaba José Félix Uriburu. "¿Alguno de ustedes vio alguna vez un dólar?", dijo Juan Domingo Perón en 1948. 

Y las razones siempre han sido las mismas: hay necesidad de dólares para la industria de bienes y servicios, que necesita bienes de capital e insumos importados, que se pagan en dólares. Y eso origina  una puja permanente con el sector agroexportador, el mayor aportante genuino de divisas para el país. Puja en la que también interviene el argentino común, que puede conservar su capacidad de ahorro y sabe, sin admitir prueba en contrario, que la única moneda en la que puede confiar es el dólar. 

"Hay 170 mil millones de dólares billete dentro del país. Antes que buscar inversión externa, la prioridad es canalizar el ahorro interno en divisas al financiamiento de la producción.", dijo el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.

"Argentina tiene dólares, en todo caso el que no tiene dólares es el Banco Central", dice Claudio Lozano, uno de los Directores del Banco Nación, afirmando que "Lo que no es cierto es que el problema haya sido los 200 dólares que se venden por mes. Entre enero y julio la salida de capitales por fuga y atesoramiento fueron 1.826 millones de dólares".

El gobierno necesita poner en marcha el aparato productivo, que necesita dólares, que los provee el campo, para importar insumos y bienes de capital. Pero el campo ya ha liquidado, mayoritariamente, sus excedentes de producción, por lo que no habrá gran aporte, de este sector, hasta bien entrado el otoño, con algo de liquidación, por la cosecha fina, hacia diciembre.

Mientras tanto, confía en que la situación se irá normalizando de a poco, a medida que hagan efecto las restricciones que impone sobre el exceso de demanda de dólares por parte del público y las alternativas que, poco a poco comienzan a surgir, para ir volcando ese excedente de ingresos, en alternativas atadas a la evolución del dólar y la inflación (plazo fijo en dólar linked), o el desarrollo del mercado de capitales en pesos.

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