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CONFLICTO EN AFGANISTAN

02/09/2021

El calvario de Murtaza Ahmadi, el nene afgano fanático de Messi: pide ayuda para salir del país

Cuando tenía cinco años lo fotografiaron con la camiseta de La Pulga hecha con una bolsa y la imagen dio la vuelta al mundo. Hoy tiene 10 y vive escondido por miedo a los talibanes.

El calvario de Murtaza Ahmadi, el nene afgano fanático de Messi: pide ayuda para salir del país
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fganistán vive horas dramáticas con la toma del poder por parte de los talibanes en Kabul. La salida del presidente Ashraf Ghani acentuó el drama de un país que vive convulsionado desde hace 40 años y hay miles de historias para contar. Una de ellas es la de Murtaza Ahmadi, el niño afgano que saltó a la fama cuando en 2016 se hicieron virales unas fotografías en las que aparecía con una camiseta hecha con una bolsa de plástico con el nombre del futbolista Leo Messi y su número 10.

El joven, que tiene ahora diez años, vive con su familia en un pequeño departamento de Kabul, a donde huyeron hace dos meses desde su aldea natal en la provincia meridional de Ghazni, escapando de los ataques talibanes.

Las cosas no son fáciles y Murtaza lo sufre: no solo vive escondido, sino que además, su familia está amenazada por el grupo terrorista. Esto no le permite dormir por las noches y sufre pesadillas.

“Estoy atrapado en casa y no puedo salir porque tengo mucho miedo a los talibanes”, dijo el pequeño a la agencia Efe. “Quiero viajar a un lugar seguro desde Afganistán. Por favor, sálvenme de esta situación”, rogó el niño, que pidió ayuda a los futbolistas del mundo, en especial a Messi, para que pueda salir con su familia del país y “jugar al fútbol en paz”.

Algo que Murtaza no deja de hacer en ningún momento, aunque sea en el interior de su casa, es jugar con la pelota. Eso lo llevó a la fama en 2016 cuando fue fotografiado con una camiseta fabricada con una bolsa de plástico con las franjas azules y blancas de la selección argentina y el nombre de Messi y su número 10 pintado.

Pero aquellas imágenes, que le permitieron conocer a su ídolo en persona en Catar, le brindaron más desgracias que alegrías, ya que su fama repentina trajo consigo amenazas de extremistas o incluso el miedo al posible secuestro del pequeño, al pensar muchos que la estrella argentina les había hecho una gran donación.

“Después de que Murtaza conoció a Messi en Qatar, la situación se volvió complicada y vivíamos con miedo, porque la gente de nuestro entorno pensaba que Messi nos había dado un montón de dinero”, lamentó una de sus hermanas. La joven relató cómo en ocasiones desconocidos vigilaban la casa al anochecer y los familiares recibían amenazas.

“A causa de todo esto, temíamos que lo secuestraran y prácticamente encerramos a Murtaza en casa y no lo enviamos a la escuela durante dos años”, resumió. Hasta que las amenazas se hicieron insoportables y la familia tomó el camino del exilio a Pakistán con la esperanza puesta en llegar los Estados Unidos.

Sin embargo, el pedido de asilo fue rechazado tras unos pocos meses y Murtaza, sus papás y sus hermanos se vieron obligados a volver a su pueblo, de donde fueron desplazados ahora a causa del conflicto.

 

Hoy Afganistán vive horas dramáticas con el avance de los talibanes. La historia de Murtaza es tan sólo uno de los tantos sueños truncos de niños y familias que viven el horror en Kabul.

La familia del niño y el propio Murtaza aseguran que algunas veces, durante la noche, el joven despierta entre gritos por miedo a los insurgentes: “En mi sueño veo que los talibanes vienen, llaman a la puerta y me gritan”.

Después de que los talibanes tomaran el control total de Kabul el pasado 15 de agosto, y tras la retirada total de las fuerzas internacionales de Afganistán esta semana, con el fin también de los vuelos regulares de evacuación, la familia del niño teme ahora que los islamistas inicien registros “puerta por puerta”.

“¿Qué nos sucederá? Ya estábamos bajo amenaza”, explicó a Efe Mahdia Ahmadi, una hermana del menor, de 22 años, que detalló que cuando llegaron a Kabul hace dos meses, la ciudad era segura, e incluso tenían a policías y soldados que los protegían.

Ahora “no tenemos a nadie”, y siempre que “llaman a la puerta, Murtaza piensa que son los talibanes y corre hacia mí o mi madre para esconderse”, asegura la joven.

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