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a reina Isabel II de Inglaterra es el gran ícono de la realeza en la actualidad. A sus 91 años, su reinado es el más extenso de la historia británica. Ante este imponente hecho cualquier podría pensar que desayuna las cosas más lujosas del mundo.
El desayuno es una de las comidas más importantes del día. Tiene muchos efectos beneficiosos para la salud, entre ellos mejora la capacidad física para hacer deportes por la mañana, ayuda al mantenimiento del peso corporal y evita el picoteo entre comidas. Por el contrario, si te lo salteás puede generar dificultades en el funcionamiento del cerebro, problemas cardiovasculares y obesidad.
Ante esta información es normal que la reina de Inglaterra se asegure de tener un buen desayuno preparado. De acuerdo a quien fue su chef por toda una década, Darren McGrady, en el palacio de Buckingham la comida es todo menos ostentosa.
“El desayuno para Su Majestad era muy simple. Tomaba un poco de cereal Kellogg´s del contenedor de plástico que había y se servía un poco de té Darjeeling”, reveló el cocinero en una entrevista para la revista Marie Claire. No le añadía leche pero sí pasas, damascos o frutos secos. Otras opciones eran fresas frescas y de vez en cuando pedía otra cosa: tostadas con huevo revuelto o mermelada.
Al morir la princesa Diana, Darren se mudó a los Estados Unidos y la dieta y menú de la familia real británica quedó a cargo de Mark Flanagan. Es por ello que algunos creen que quizá en este tiempo la monarca cambió algunas de sus preferencias a la mañana, aunque otros aseguran que es una mujer de costumbres fijas. Haya modificado o no sus gustos, si querés desayunar como una reina ya tenés uno de sus secretos.
