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La entidad explicó tener la responsabilidad de advertir a las autoridades "que deben velar para que el trabajo rural siga siendo sostenible y fuente de arraigo, que estos cimbronazos provocan el cierre de granjas con los problemas y consecuencias sociales que acarrea esta penosa situación".
Para los productores integrados, que se ocupan de engordar las aves para las grandes industrias avícolas, el año pasado fue duro pero no por el tema de los aumentos de tarifas sino porque el dinero que recibían por kilo de pollo eviscerado era insuficiente para cubrir sus costos. Percibían $ 1,125 por kilo, que luego los supermercados vendían hasta en 37 pesos. Con esa suma, no llegaban ni siquiera a cubrir sus costos, cuestionaban.
El empresario avícola Héctor Motta (ex presidente de Capia, una de las cámaras que reúne a la industria avícola) advirtió que "se necesita una mayor demanda en el mercado interno y que se arbitren las medidas para mejorar también nuestra participación en el mercado internacional".