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odavía no se habían cumplido los 19 minutos del segundo tiempo. Real Madrid ya ganaba 1-0 frente a la Juventus, ahí en el estadio de la calle Gaetano Scirea, y daba muestras de una verdad: el bicampeón de Europa es un especialista en este tipo de partidos decisivos, en estas eliminatorias entre gigantes. El primer gol lo había hecho Cristiano Ronaldo, su superhéroe frecuente, esa máquina del gol. Pero faltaba más, lo mejor, la joya más brillante de una noche de brillos: llegó el centro desde la derecha de Dani Carvajal y como la pelota le quedaba lejos para cabecearla y complicada para bajarla hizo lo que sólo pueden hacer los grandes cracks de este tiempo y de la historia. Una acrobacia que en buena parte del mundo se la conoce como chilena. En una sola jugada ofreció un repertorio completo y perfecto: astucia, destreza, potencia, imaginación, fuerza, técnica. Gianluigi Buffon -arquero enorme- no podía salir de su perplejidad.
Un golazo que quedará guardado en la historia. Una obra maestra. Con varios capítulos por conocer en lo que queda de la temporada, no es una osadía decir que el Premio Ferenc Puskas (que entrega la FIFA al mejor gol de la temporada) será para CR7.
Pero no sólo ese golazo aportó Ronaldo. En el primer tanto, apareció como centrodelantero y se anticipó a todos para cambiar el pase de Isco por gol. En el último, el que sentenció el 3-0 de esta ida de una serie que parece cosa juzgada, brindó una asistencia para que Marcelo se luciera en la definición. Implacable por donde se lo analice. Imagen y semejanza de un Real Madrid que cuando juega en Europa se siente el Rey.
Con el gol como perfecto decorado, el partido tuvo varias aristas para la historia. Algunos detalles vinculados con el portugués nacido en el territorio insular de Madeira: se convirtió en el único jugador en convertir goles en diez partidos consecutivos de la Champions. También es el máximo anotador en competiciones de clubes de la UEFA con 121 y el mayor en el la máxima cita del Viejo Continente, con 118. Otro dato relacionado con la Casa Blanca: el 3-0 significó la peor derrota como local de la Juventus como local en competiciones continentales (igualado con un 0-3 ante Manchester United, en 2003; y con un 1-4 frente al Bayern Munich, en 2009).
En cuanto al juego, Real Madrid lo devoró a la Juventus. Le ganó sobre todo en las áreas, es cierto. Pero básicamente se trató de una victoria mental. En todo momento el bicampeón se comportó como tal. A Juventus pareció pesarle el estigma de Cardiff, esa última cita decisiva entre ambos, con el 4-1 para los españoles.
La tarea de los argentinos tuvo mucho de contracara respecto de ese Ronaldo incontenible. Gonzalo Higuaín arrancó bien, intenso, potente, pero terminó mal, perdido entre los centrales rivales (Raphael Varane y Sergio Ramos). Paulo Dybala mostró destellos en el primer tiempo. En el segundo, desapareció. Para colmo, dejó a su equipo con diez. Lo amonestaron por simulación y lo expulsaron por una patada a Dani Carvajal.
De cara al Mundial, este partido también puede interpretarse como un cuadro de situación: Cristiano Ronaldo llega en la cresta de la ola. A los 33 años está viviendo su segunda juventud. Tiene una obsesión en su vida de pretendido vencedor serial: la Copa del Mundo. Conducirá al seleccionado campeón de Europa. Un equipo estrictamente lógico: prioriza el orden en nombre de facilitarle todo a su figura evidente.
Cristiano es una certeza para Fernando Santos, el metódico entrenador de Portugal. El escenario no es el mismo para Jorge Sampaoli: Higuaín -estupendo delantero campeón con Juventus- es frecuentemente una inquietud en los partidos decisivos; y Dybala que venía ofreciendo mensajes dentro del campo de juego para recuperar su espacio en las convocatorias, falló en esta gran cita. Y, parece, no tendrá revancha inmediata: la expulsión le impedirá mostrarse en la revancha del miércoles en el Santiago Bernabéu.
Cristiano es una certeza para Fernando Santos, el metódico entrenador de Portugal. El escenario no es el mismo para Jorge Sampaoli: Higuaín -estupendo delantero campeón con Juventus- es frecuentemente una inquietud en los partidos decisivos; y Dybala que venía ofreciendo mensajes dentro del campo de juego para recuperar su espacio en las convocatorias, falló en esta gran cita. Y, parece, no tendrá revancha inmediata: la expulsión le impedirá mostrarse en la revancha del miércoles en el Santiago Bernabéu.
