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MENDOZA

13/06/2021

Un productor se hartó de la crisis del país, vendió su viñedo como leña y se va a vivir a Italia

Alejandro Palazzo, de 58 años, decidió recorrer el camino inverso al de sus abuelos.

Un productor se hartó de la crisis del país, vendió su viñedo como leña y se va a vivir a Italia
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a historia de Alejandro Palazzo podría inscribirse en la de los argentinos que vienen de los barcos, según dijo esta semana el presidente Alberto Fernández, en una frase que levantó polvareda internacional. Pero este nieto de inmigrantes italianos lo que levantó fue su producción vitivinícola en San Martín, a 100 kilómetros de Mendoza, y una polvareda en redes sociales, donde anunció que vendió sus viñedos por leña y se va a vivir a Italia en busca de una nueva vida.

Buscará desandar el recorrido de su familia, cruzando en avión y en sentido inverso el Oceáno Atlántico, como nunca hizo en sus 58 años. Pero tiene similar expectativa que la de sus antepasados que escaparon del hambre, y ya tiene acordado con su “desconocida” prima Bruna que el 15 de septiembre partirá hacia Alfiano Natta, un pueblo de 800 habitantes entre Turín y Milán.

Pietro y Severina, los abuelos piamonteses de Palazzo, llegaron a Mendoza a principios del siglo pasado y con mucho esfuerzo cultivaron la tierra. A partir de 21 hectáreas, armaron una pequeña bodega que se sostuvo por tres generaciones.

“Soy un ex vitivinicultor descendiente de inmigrantes italianos, que llegaron con muchas ganas de trabajar y sueños que cumplir. Así como tantos otros inmigrantes hicieron de esta provincia desértica un oasis”, se definió Alejandro en un posteo en Facebook.

Contó que continuó el legado que heredó de su padre, hasta que se quedó sin fuerzas anímicas para sostener el esfuerzo productivo. “Estoy cansado de lucharla. Los números no cierran por más empeño que uno le ponga. Con la inflación que hay, luego de meses de inversiones a la intemperie entre heladas y granizos cobramos la cosecha en pesos y no alcanza para cubrir los insumos dolarizados”, explicó.

Y en una confesión descarnada, dijo: “Hoy no me queda más que hincarme a la par de mis cepas, y derramando lágrimas, decirles gracias y perdón. Con mucha tristeza y lágrimas en mis ojos, me veo obligado a hacer de mi viña, leña. Ahí van nuestros sueños, esfuerzo y alegrías, de cuando podíamos cosechar, sorteando la suerte de la naturaleza (heladas y granizo) y políticas que acompañaban al pequeño y mediano productor, lo cual nos permitía vivir del suelo con nuestra gente, dignamente, brindando por el próximo año”.

Palazzo había recibido un golpe fuerte hace 5 años, cuando el incendio de una finca vecina le diezmó la mitad de sus espalderos de uvas finas, y en la misma época se divorció. Trató de seguir adelante, pero terminó muy decepcionado por “un Estado ausente”, ya que tras el siniestro sólo le dieron algunas bolsas de fertilizante.

“Llevamos muchos años en que no hay una política agropecuaria. La industria vitivinícola atraviesa años de inestabilidad. Y no hay que echarle la culpa a un gobierno en particular”, analizó sin rencores.

La búsqueda de nuevos horizontes no lo desconectará de su terruño. A la finca la dejará al cuidado de la familia de caseros fieles que lo acompañaron en su odisea de producir en el país.

 

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