uez de Paz de Pozo Azul fue denunciado por su empleada. "Hoy en día me siento mucho más fortalecida y ya nadie más me calla, para que ninguna otra mujer en ningún lugar sea tratada de esta manera. No importa el cargo que ocupe, debe ser respetada”. Del otro lado de la línea Marceli Mankowski, trabajadora del Juzgado de Paz de Pozo Azul, muestra fortaleza, aunque también admite tener miedo.
La mujer denunció por acoso sexual y laboral al juez Héctor Daniel López por diferentes episodios ocurridos desde hace más de una década, pero reclama que hasta ahora no obtuvo respuesta alguna. Los tiempos de la víctima hicieron que la presentación formal se haga ante el Juzgado de Instrucción de San Pedro en junio del año 2021, aunque la causa fue remitida a San Vicente.
Pero hace tres meses Mankowski tuvo un pico de estrés y una recaída, por lo que pidió una licencia. Se sintió fortalecida y se propuso averiguar qué pasó con ese proceso, pero entonces se enteró de que en el expediente sólo figura su presentación. Nada más.
En diálogo con El Territorio, la mujer manifestó que le dijeron que la habían citado para que comparezca al Juzgado, pero supuestamente no pudieron ubicarla. A ella, que hace 20 años que vive en el pueblo y que por su trabajo conoce incluso a muchos efectivos policiales locales.
La trabajadora y López, el denunciado, empezaron a trabajar cuando se abrió la sede judicial, el 27 de noviembre del 2013.
Según contó en primera instancia, hace cuatro años, notificó internamente al Superior Tribunal de Justicia, pero no fue hasta el 2019 cuando debido al asedio que denuncia decidió irse de la dependencia.
“Puse en conocimiento al SJT que me retiraba por tal y tal motivo y desde ese día sólo regresé al juzgado cuando vino una inspección de Justicia para poner en conocimiento lo que ahí estaba sucediendo”, remarcó.
Doble denuncia
Respecto al proceso judicial, dijo que “la denuncia se dividió en dos partes. Una por maltrato laboral y otra por acoso sexual, porque desde que empecé a trabajar a mí me empezó a delegar obligaciones correspondientes a él”, introdujo, agregando que “a mí me dieron el cargo de maestranza cuando empecé a trabajar en el Juzgado - aún conserva esa jerarquía-, pero las cosas no eran así”.
Contó también que como el juez llegaba a las 6.15 -horario de llegada del colectivo que tomaba desde San Pedro, de donde es- le exigía que esté antes que él. La mujer tenía que hacer la limpieza del sitio, pero al principio la dependencia no contaba con conexión de agua, por lo que tenía que pedirle ayuda a los vecinos.
“Nos quedamos sin agua y pese a que no me correspondía yo tenía que recorrer mangueras, ver donde estaban las fallas, limpiar alrededor de cámara séptica porque en épocas de mucha lluvia se inundaban los baños. Este señor se daba el lujo de usar el inodoro y dejarlo lleno cuando no había agua en el Juzgado”, amplió.
Según su relato, la autoridad le decía “bueno ese es tu problema, agarra un balde y anda buscar agua”. “Yo tenía que andar pidiendo agua o buscando mi casa para limpiar”, continuó.
“Sin contar la parte de secretaria. Yo hacía funciones que eran de él como recibir denuncias por violencia de género, todas las denuncias contravencionales. Salía a hacer diligencias, ponía mi propio auto, iba a hacer citaciones a personas en picadas de todo Pozo Azul. Me subía a cualquier camioneta de la Policía cuando él me mandaba”, detalló. Incluso dijo que salía a caminar a entregar esos documentos en pleno sol luego de su licencia por maternidad.
“Son miles de cosas que yo hacía mientras él se dedicaba en su oficina a hacer tareas de profesor de geografía”, se quejó. “Él me delegaba todas sus tareas y no cumplía con nada. Cuando me refiero a nada, es nada. Siempre supo manipular muy bien la situación, siempre fue una persona que se aprovechó muchísimo”, relató.
Y reflexionó: “Yo reconozco que hoy en día la fortaleza que tengo para hablar es para que no le pase a otras chicas u otras mujeres jóvenes que entran a trabajar. Pero yo no tenía esa experiencia y se aprovechó de eso para hacer todo el maltrato mientras yo no sabía cómo reaccionar. Hasta que empezó a resaltar más su parte del acoso sexual”.
Siempre según el relato de la entrevistada, las insinuaciones ocurrieron desde el inicio del vínculo laboral, pero se fueron agravando. Pasaron del “que linda que sos” o “que lindo cuerpo que tenés” a “me gusta tu cola hoy” o “con esas gambas tenes que venir con minifalda y taco alto”. Todo está plasmado en las denuncias que la mujer presentó a este medio.
La trabajadora buscó la alternativa de hacerse uniformes e incluso muchas veces desistió de vestirse y arreglarse para ir a trabajar para no enfrentar esas situaciones, pero nada cambió. En una oportunidad le tocó la piernas y en otra le estiró el bretel del corpiño y tocó el hombro, hasta que ese 2019 explotó.
Con la voz entrecortada expresó: “Yo no sé que podría haber pasado conmigo para que me hicieran caso. Si no pude hablar antes es justamente por la violencia que esto causa”.
Luego denuncia, ya ante la Justicia en junio 2021, estuvo de licencia con tratamiento psicológico durante un año, cursó un embarazo y después volvió al trabajo. Ya el juzgado no estaba en el mismo sitio y se había incorporado un nuevo trabajador, un abogado que hacía los trabajos de secretaria.
Eso hizo que el acoso sexual disminuyera, “pero seguía con la parte psicológica bastante más fuerte. El juzgado es chico, cuenta con dos oficinas y cuando llegaba cualquier persona al juzgado él simplemente salía de su oficina y me decía que me retire y que espere afuera hasta que me diga que podía entrar. Ese estar afuera es realmente estar afuera, incluso días de lluvia y estaba hasta las 11 de la mañana -horario de salida- ahí parada y a veces la gente me veía llorando”, amplió.
La situación siguió y la mujer tuvo que seguir cruzándose con la persona a quien denunció. Lo único que obtuvo fue que se pongan cámaras de seguridad en la dependencia. Expresó que la última licencia es debido a un cuadro de depresión, un pico de estrés que incluso hizo que le salgan ronchas en su cuerpo.
“Yo no quiero estar de licencia toda la vida y que el Estado me esté pagando. Quiero ir a trabajar, pero lo que pido es que este señor no pueda seguir actuando como juez de Paz; y si así lo quiere la Justicia, por favor que lo trasladen a otro lado”, solicitó.
Marceli expresó que más allá de eso, por la vía administrativa hubo novedades, aunque a ella no le notificaron de las mismas. Sólo sabe que citaron a sus testigos y que el denunciado también fue citado.
En cuanto a lo penal, expresó que en los últimos días se comunicaron desde el gremio Unión Judicial de la Provincia de Misiones, quienes hicieron las consultas al Juzgado interviniente y se comprometieron a acompañarla.
Eso fue una respuesta al cambio de postura de la trabajadora, que decidió contar públicamente lo sucedido.
“Siento mucho miedo de estar en los medios de comunicación porque no sé lo que puede pasar, pero yo necesito este trabajo porque tengo tres hijos, es muy complicado, muy complicado”, remarcó la entrevistada.
“Es un daño en lo personal, laboral y familiar”
Por su parte, el magistrado apuntado también se expresó ante este matutino y dio un breve descargo ante la fuerte denuncia en su contra.
Al ser consultado por el caso, López remarcó: “Efectué mi descargo y ofrecí las pruebas que hacen a mi inocencia. Estando avanzado el trámite en el Superior Tribunal de Justicia se declaró la nulidad de las imputaciones formuladas por una instructora de sumario que ya fue separada de la función”.
Además, el juez sostuvo que todas las imputaciones fueron probadas y que estas “no tienen sustento y que por esa razón las publicaciones sin contar con las pruebas me están produciendo mucho daño en lo personal, en lo laboral y familiar”.